CAPITULO 7

08/10/2019


Hoy comenzamos la clase con el visionado de un trozo del documental Las misiones pedagógicas de la II República española. Doce minutos aproximadamente son suficientes para recordar la clase teórica que realizamos en una sesión anterior y reforzar el concepto de “democratización de la cultura”, caracterizado por el acceso a la cultura y las  actividades culturales de todo el mundo, estés donde estés.
A través de él vemos como en su día se hizo llegar la cultura al mundo rural totalmente aislado en aquel momento (1931). A través del trabajo de intelectuales y una buena organización se crean “las Misiones Pedagógicas”, que consisten en acercar la cultura a zonas donde en aquel momento era impensable que pudiera llegar (exposiciones de pintura, teatro, guiñol,etc).
Tal y como se refleja en el 5º Congreso Internacional virtual de Animación Sociocultural, (2014):

“La democratización de la cultura se caracteriza por definir el acceso a la cultura y a las actividades culturales como un derecho de la persona. Por tanto, la política cultural ha de garantizar que toda la ciudadanía tenga acceso a las actividades culturales, sin que las barreras económicas, de formación, o de otro tipo se lo impidan”

Es un derecho de la ciudadanía, es un derecho de todos.

Y es este último concepto de cultura como derecho, y cómo es posible hacerla llegar ante las situaciones más complicadas lo que se afianza en nuestras cabezas, el visionado parcial del documental es un buen refuerzo para comprender el concepto.
Y tras este paréntesis volvemos a formar nuestro círculo habitual de reconocimiento y activación entre nosotros, (Zip, tirar el disco tres veces y seguirlo, caminar sin mirarnos con música de fondo …) permitiéndonos entrar en calor 
En segundo lugar, retomamos el “Teatro del oprimido”, donde seguimos aprendiendo como a través de teatro, podemos ver situaciones, enfrentarnos a ellas, recapacitar y ver alternativas posibles.
Procedemos a concluir con las representaciones de las escenas escogidas en la sesión anterior, donde ya nos adentramos al concepto y formas del “teatro del oprimido”. 
Los compañeros representan de forma estática una opresión, en esta ocasión es la imagen de la escena desarrollada en un país extranjero, donde unos borrachos y sin techo,  agarran de mala manera a una chica que reúne las mismas condiciones, y como nadie le ayuda.
La figura queda estática, y el resto hacemos diversas preguntas que nos lleven a entender la situación, los protagonistas nos cuentan que siente su personaje, bien seas oprimido, opresor, o persona que no hace por ayudar. Voluntarios hacen de ángel y demonio, otros modifican la figura para cambiar el sentido de la opresión a una imagen positiva.
Todos participamos, todos nos implicamos, reflexionamos, nos sentimos culpables, pues somos conscientes del miedo con el que vivimos y cómo ante situaciones en las que podríamos ayudar el miedo nos lo impide.

Reflexiones
Es importante adquirir conocimientos teóricos sobre la historia de la animación sociocultural, como la cultura ha ido evolucionando con el paso de los años hasta constituirse de la manera en la que se concibe hoy en día. 
Dentro de las actividades culturales se encuentra el teatro, donde hacemos incapié en el teatro del oprimido, puesto que es el que ponemos en práctica en las diferentes sesiones mediante actividades. 
La actividad de hoy ha removido nuestra conciencia, puesto que es una imagen que todos rechazamos, pero en la realidad no hacemos nada. Hoy nos queda un mal sabor de boca, el tiempo se nos echa encima una vez más. Si bien el otro día la imagen representada sobre el acoso a un estudiante fue muy dura, no deja de ser cierto que hoy el reconocer nuestra propia cobardía “cruje” nuestro interior y nos avergüenza.
Es cierto que lo cambiamos, es cierto que el “ángel” nos ayuda a ver otra posible realidad, pero creo que hoy nos hemos sentido todos un poco “demonios”.

“Ganamos fuerza, coraje y confianza por cada experiencia en la que realmente nos paramos a mirar al miedo a la cara. Debemos hacer lo que creemos que no podemos”.
Eleanor Roosevelt. 

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