CAPITULO 15.
La entrada de hoy va dedicada a todas aquellas mujeres
que día a día luchan contra la violencia de género, la viven diariamente y por
aquellas que perdieron esa lucha.
Ayer 25 de noviembre se celebraba el día contra la
eliminación de la violencia machista. Miles de mujeres han llegado a perder la
vida a manos de sus parejas, pero muchas más en los últimos años. Esto
evidencia el nivel de presencia elevado que la violencia machista ha adquirido
en la sociedad actual.
Con motivo de este día, miles y millones de personas
(tanto hombres como mujeres) unen sus voces en una manifestación en diferentes
poblaciones, tiñendo las calles de violeta, color por excelencia de la lucha
feminista.
Emmeline Pethick explicaba la elección del violeta
así: “El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por
las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de
la libertad y la dignidad”.
Así pues, la adopción de este color es el indicativo
de la lucha específica por la igualdad de género y defensa de los derechos de
la mujer.
Además de lo anterior, muchos municipios desarrollan un
programa de actividades y proyectos destinados para la población, donde cada
persona puede ser partícipe. El pasado 20 de noviembre se celebró en Alaquàs un
curso de defensa personal destinado a mujeres de a partir de 14 años.
El curso fue impartido por dos agentes del cuerpo de
policía local (un hombre y una mujer). Tras una clase introductoria sobre los
sitios y situaciones que se deben intentar evitar, procedieron a explicar
diversas técnicas sencillas para poder poner en práctica en caso de necesidad
de defenderse.
Fue una actividad muy sorprendente, dado que muchas
veces sentimos miedo de cómo seremos capaces de enfrentarnos a una situación
tan complicada. Sin embargo, lo que aprendimos fue a utilizar la fuerza del
otro como elemento a nuestro favor.
Al final de la sesión se realizó un simulacro. Este consistió
en que varias personas voluntarias hacían el papel de víctima, mientras que el
policía era el presunto agresor. Fue impactante esa escena ya que, vista desde
fuera, provocaba tensión en el cuerpo de verla tan real y violenta. Por un
momento la persona podía ponerse en la piel y no, no es una experiencia
agradable.
Pensamos que es adecuado que los municipios lacen
iniciativas de este tipo para promover la seguridad de la ciudadanía. No
obstante, el hecho de que hayan de desarrollarse programas para prevenir la
violencia de género dice mucho del desarrollo social de la actualidad. No
deberían de educarnos para resolver el problema, debería educarse para
evitarlo.
25N
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