CAPITULO 11.


29/10/19



En el día de hoy hablaremos sobre  la violencia machista tan presente a lo largo de la historia y tan marcada en nuestra sociedad actual. 

Cada año miles de mujeres mueren a manos de sus parejas, mientras que otras miles han sufrido abusos por parte de un hombre, y otras miles más han sido acosadas al menos una vez en su vida. Si sumáramos estas cifras daría un resultado impactante dado la elevada cantidad de números que aparecerían.

Sin embargo, este cálculo no es posible realizarlo a ciencia cierta, puesto que la mayoría de las mujeres que han sufrido a manos de la violencia machista no son capaces de denunciar tal situación por el miedo que esta les genera. 

La violencia machista no sólo hace referencia a la agresión física que ejerce un hombre sobre una mujer, en este concepto se incorporan aspectos psicológicos y sociales que a simple vista no pueden avistarse. 

Como hemos aprendido en anteriores sesiones, el teatro del oprimido es una herramienta que permite representar aquellas situaciones sufridas por una persona haciéndola más visual a un público que puede compartir tal sensación transmitida. 

En la clase de hoy hemos puesto en práctica el trabajo del oprimido mediante una representación de una escena de acoso por parte de un hombre hacia una mujer. La escena consiste en la siguiente:

Una chica se encuentra esperando al metro a altas horas de la madrugada. En la estación no puede observarse a penas gente, 1 o 2 personas. En un momento dado, un hombre se sienta a su lado, algo normal y habitual, pues es una persona que está esperando al metro. Sin embargo, el hombre comienza a adquirir una actitud y un comportamiento extraño. Ella se siente tensa. Miedo. Él comienza a mantener una vista fija, punzante, haciendo que ella cada vez se sienta más incómoda.
Nadie hace nada.

Esta escena provoca que cierto sentimiento se remueva en la persona que la está observando.  La sensación puede llegar a ser desagradable. Esto sucede debido a que, en la vida real, muchos de nosotros hemos podido llegar a presenciar un acto así y no hemos hecho nada por pararlo. 

A simple vista cada persona externa a tal situación piensa o cree tener el conocimiento sobre las posibles soluciones para ponerle fin. Sin embargo, al observar la situación realizada en una obra teatral nadie es capaz de decir al menos una solución que la actriz no haya intentado.

Las soluciones que en la mayor parte de los casos suelen aparecer a la hora de observar la escena mediante su representación son:

           1.   Llamar a la policía o a cualquier persona conocida.
           2.  Enfrentarse al acosador.
           3.  Abandonar el lugar. 

Es necesario ponerse en la piel de la víctima para poder sentir lo que muchas mujeres han sentido o sienten día a día, sin encontrar salida, sin saber cómo actuar, teniendo miedo. 

Así pues, denunciar todas aquellas situaciones que cohíben a la mujer, la hacen sentir un ser inferior y sentirse atacadas. Que todos aquellos hombres que, inconsciente o conscientemente acosan, se paren a pensar qué es lo que realmente están haciendo y qué consiguen con ello, dado que tal acto les deja en una posición social despreciable a ojos del resto de la sociedad.

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